Deseo que me hagas sentir que soy amado, que soy útil todavía, que no estoy solo.
Deseo que cuando comamos en la misma mesa me des conversación a pesar de que yo apenas hable.
Deseo que me ames por lo que soy y no por lo que tengo.
Deseo que me des cariño y comprensión en esta mi última etapa.
Deseo que no bromees de mi paso vacilante o de mi mano temblorosa.
Deseo que comprendas mi incapacidad de oír como antes, por eso cuando me hables hazlo despacio y claro pero sin gritar.
Deseo que tengas en cuenta que mis ojos se están nublando y no me eches en cara cuando tropiezo o derramo la taza de café sobre la mesa.
Deseo que tengas tiempo para escucharme sin prisa, aunque lo que yo te diga te importe poco o nada.
Deseo que no me digas! Ya me has contado tres veces lo mismo! Y que me escuches como si fuera la primera vez que te lo cuento.
Deseo que me recuerdes los aciertos y éxitos de mi vida pasada y que no me hables de mis errores y fracasos.
Deseo sentir la caricia de tu mano sobre la mía y escuchar sin agobiarme suaves palabras de ánimo.
Deseo permanecer en mi casa o en la tuya.
Cuando esté al final de mis días háblame entonces de la misericordia de Dios.
Gracias, mil gracias por atender mis deseos.
Un día otros lo harán posiblemente para ayudarte a ti, por que el tiempo pasa muy deprisa.
Anónimo
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